Todavía me cargo una resaca celestial. Ya no es física -tanto-, ahora es de esas que llegan cuando te das cuenta de lo que hiciste mientras estabas inconsciente (o peor, que no te puedes enterar). Les adelanto, no me enamoré, quizá eso sea de lo más malo. Las personas deberían enamorarse estando ebrias, sólo así puede ser bueno el amor. Si estás en tus cinco sentidos podrás recriminarte que alguna vez te diste cuenta de eso que ahora te parece insoportable; en cambio, si estabas ebrio cuando nació el "amor", mandarás a mingar a su chadre al puto de Cupido con todo y medianaranja. Pero eso no importa porque yo no me enamoré -al menos en esta peda-, esta vez sólo perdí una camisa y a esta hora ya la recuperé. No me molesta haberla perdido, es más, de haber tenido un buen motivo, me la hubiera quitado por las buenas y sin más problema. Lo que me incomoda un poco es no saber a que hora la perdí ni como fue que pasó. Meto un poco de contexto, la reunión fue en casa de una chica a la que apenas conozco; fue una de esas fiestas que se hacen en las licenciaturas para dar a conocer la mercancía recién llegada de esas carnicerías llamadas universidades, por lo tanto, era más o menos saludable. Nada de música a volúmenes estridentes ni vapores excesivamente aromáticos saliendo de pipas o cigarros, eso sí, galones y galones de destilado de caña, vodka, tequila y creo que alguna botella de ron y mezcal. Se imaginarán que estuve al tanto de todas mis acciones hasta justo antes de quitarme la camisa, luego me la quité y me fui a dormir a casa. Cuando desperté, el sábadodíadelSeñor por la tarde me di cuenta que la había dejado. Y como hasta este momento, no recuerdo haberla sacado de mis brazos.
Todo el sábado tuve esos terribles dolores que mandan los dioses a quienes son lo suficientemente estúpidos como para tomar una gran cantidad de su elixir de la claridad. No sé si será la muerte o el medio vaso de jugo de uva que me tomé con el cereal -¿¡existe castigo peor que despertar cocido por el alcohol y solamente tener cereal con leche para desayunar!?-, pero ahí estaba, una mancha rojísima a medio camino entre la cama y el baño. El olor péptico del cereal que había hecho un viaje redondo boca-estómago-boca no me desagradó tanto como el color hemático que había ganado en el transcurso. No fue eso lo que me recordó mi camisa, de hecho a esa hora ya la había vuelto a olvidar. Al despertar vi mi playera y mi pantalón en el bote de la ropa sucia (hasta ebrio soy capaz de separar mi ropa sucia de la limpia) y me pregunté en dónde la había dejado, y es que aún ahora no recuerdo habérmela quitado.
Hablando de eso de licores y de olvidar: ayer me platicaba un amigo que la libertad espiritual se consigue con alcohol. Hoy no estoy tan seguro. No sé si sea por los calambres en el estómago que me despertaron esta mañana o por que todavía tengo sed, pero más bien me siento como uno de los esclavos de Salomón dentro de un anillo mágico. Hay una frase latina que me gusta mucho, es animæ excidium, en español sería "la destrucción del alma". No podría decir que el alcohol es la destrucción del alma, pero si en la tierra hubiera algo cercano a ello, sería el alcohol. Históricamente, el alma ha sido la cadena que nos ata a una sociedad occidental, y esto se ha dado porque la moral es la que posibilita la vida en comunidad. Supongo que es claro que la moral es el grupo de reglas a seguir para lograr la salvación del alma. Entonces, el alcohol, al relajar nuestro sistema vergonzoso, hace que olvidemos poco a poco el pudor y la moralidad. ¡Quizá después nuestras almas ardan, hoy colmémoslas de alcohol! En fin, que invertí tanto alcohol en mi alma que perdí mi camisa, una roja con tres disparos en la espalda. Hoy me la han entregado, con todo y los disparos. Me pregunto quien la encontró y como supo que era mía (bueno, seguro me vio con ella puesta).
La madrugada del sábado regresé a casa, un amigo me dejó en la puerta. Sé que la noche viernesábado bebí demasiado, se que besé a un chico que se coló a la fiesta y que un profesor ligó o algo por el estilo con una chica de nuevo ingreso a quien creía lesbiana y que la policía buscó pretexto para cargarse a algunos cuantos pero no lo encontró porque nadie fue tan estúpido para beber elixir destroza-almas del barandal hacia afuera (no vaya a ser que olvidáramos devolver las jarras a la cocina y la anfitriona no volviera a invitarnos) así que se fue sin su mordida y yo sin mi camisa roja con tres balazos en la espalda que no recuerdo haberme quitado.
El viernes besé a quien no quería besar, y lo hice totalmente lúcido y con descaro. No sé porqué, a lo mejor sí quería. Realmente no fue un día muy liberal, pero me atormenta saber que perdía una camisa justo antes de irme a mi casa, recuerdo que dos minutos antes de salir la traía puesta, igual la mochila, y sé que al llegar a mi casa ya no llevaba camisa, y que había usado una roja y que tenía tres disparos en la espalda y no me preocupé hasta ahora que una amiga me dijo que me dejaron esto unas muchachas que no conoce.Hoy lo vi y me dijo que si es cierto, que cuando salí ya no traía camisa. Nadie me ha sabido dar razón. Pensándolo bien, no me preocupa haber perdido una camisa, me preocupa no saber quien me la regresó y que nadie me ha podido dar razón de que fue de ella.
Hablando de eso de licores y de olvidar: ayer me platicaba un amigo que la libertad espiritual se consigue con alcohol. Hoy no estoy tan seguro. No sé si sea por los calambres en el estómago que me despertaron esta mañana o por que todavía tengo sed, pero más bien me siento como uno de los esclavos de Salomón dentro de un anillo mágico. Hay una frase latina que me gusta mucho, es animæ excidium, en español sería "la destrucción del alma". No podría decir que el alcohol es la destrucción del alma, pero si en la tierra hubiera algo cercano a ello, sería el alcohol. Históricamente, el alma ha sido la cadena que nos ata a una sociedad occidental, y esto se ha dado porque la moral es la que posibilita la vida en comunidad. Supongo que es claro que la moral es el grupo de reglas a seguir para lograr la salvación del alma. Entonces, el alcohol, al relajar nuestro sistema vergonzoso, hace que olvidemos poco a poco el pudor y la moralidad. ¡Quizá después nuestras almas ardan, hoy colmémoslas de alcohol! En fin, que invertí tanto alcohol en mi alma que perdí mi camisa, una roja con tres disparos en la espalda. Hoy me la han entregado, con todo y los disparos. Me pregunto quien la encontró y como supo que era mía (bueno, seguro me vio con ella puesta).
La madrugada del sábado regresé a casa, un amigo me dejó en la puerta. Sé que la noche viernesábado bebí demasiado, se que besé a un chico que se coló a la fiesta y que un profesor ligó o algo por el estilo con una chica de nuevo ingreso a quien creía lesbiana y que la policía buscó pretexto para cargarse a algunos cuantos pero no lo encontró porque nadie fue tan estúpido para beber elixir destroza-almas del barandal hacia afuera (no vaya a ser que olvidáramos devolver las jarras a la cocina y la anfitriona no volviera a invitarnos) así que se fue sin su mordida y yo sin mi camisa roja con tres balazos en la espalda que no recuerdo haberme quitado.
El viernes besé a quien no quería besar, y lo hice totalmente lúcido y con descaro. No sé porqué, a lo mejor sí quería. Realmente no fue un día muy liberal, pero me atormenta saber que perdía una camisa justo antes de irme a mi casa, recuerdo que dos minutos antes de salir la traía puesta, igual la mochila, y sé que al llegar a mi casa ya no llevaba camisa, y que había usado una roja y que tenía tres disparos en la espalda y no me preocupé hasta ahora que una amiga me dijo que me dejaron esto unas muchachas que no conoce.Hoy lo vi y me dijo que si es cierto, que cuando salí ya no traía camisa. Nadie me ha sabido dar razón. Pensándolo bien, no me preocupa haber perdido una camisa, me preocupa no saber quien me la regresó y que nadie me ha podido dar razón de que fue de ella.
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