Desencadenante (Are): "All that I need: Un poeta y un trabajo que me haga sentir plena =3"
Cadena en respuesta (a lo que no aspira a ser pregunta; Carlitos del mal):
- Regla número uno: seas gay o no, jamás, repito, jamás te enamores de un escritor, mucho menos de un poeta. No merecen ser amados, merecen que los destrocen entre los peores tormentos. Sólo así podrán seguir creando. Cuando algo se crea, otra cosa es destruida. Si te enamoras de un escritor, te destruirá para crear su obra, si destruyes a un escritor, serás tú quien alimente su obra. Asegúrate de que sufra, pero no te enamores. Enamóralo y hazlo creer que lo amas, pero no te enamores de él (o de ella). Cógetelo si quieres o cítalo y nunca llegues; bájale el cielo cuando llueva -así no cuesta tanto trabajo- y prométele que vendrán lluvias suaves (pero no le digas que es un oráculo de Bradbury), es todo lo que necesita para saber que lo amas, entonces sabrá crear, será algo inperfecto (se verá así, como si algo estuviera mal, como si necesitara dar un salto más en algún lado). Cuando comience a sentir su destrucción comenzará su obra, la definitiva, la que realmente podría valer la pena. Pero debe ser la de él, no la tuya.
- Regla número dos, quizá la cero: Un trabajo que te haga sentir plena... No pides nada. Quizá trabajar en una mansión, catando vinos, o paseando perros, o haciendo casi cualquier cosa (algo por lo que te paguen, obvio, y para alcanzar la plenitud, algo en lo que te paguen mucho) que te guste. Pero no. Eso no existe. Tu trabajo te puede gustar durante algún tiempo (una vida, si tienes suerte), pero la naturaleza humana es el cambio y en un momento dado dejarás de sentirte plena, Are. Lo que tu buscas es algo momentáneo (al igual que lo es un poeta), algo que terminará por desvanecerse. Pero no te aflijas,
- Regla número tres: No importa lo que te he dicho, encuentra a tu poeta y el trabajo que te haga sentir plena. Apenas pase el instante en que ya no te hagan sentir plena, los puedes mandar al infierno y eso será lo mejor que podrías hacer, eso te hará sentirte plena otra vez (y no tienes que sentirte mal si mandas al infierno a un poeta, eso hará que su obra sea magnífica, por lo del trabajo siempre habrá otro que lo haga).
- Regla número cuatro: Aunque quieras que tu obra sea perfecta, no dejes que te lastimen, que el dolor que tu obra necesita sea el del trabajo duro, no el del sufrimiento que otro te infrinja.
Esta no es una regla, pero te mando un abrazo, Petite Dame. 3:D
Carlos Aguilar Esparza
que cruel! pobre poeta, son los mejores lovers
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