miércoles, 5 de septiembre de 2012

Amnesia

No había nada en el horizonte. Cerros y cerros hasta donde la vista llegaba. Una vegetación más o menos espesa cubría el suelo: nopales, huizaches, arbustillos espinosos y pastos secos. De pronto alguna visnaga  o un cardenche. Además de los pájaros y los cables de la luz, no había otros animales. De vez en vez alguna telaraña o un hormiguero lo obligaban a rodear el "camino" que se había propuesto. No tenía a donde ir. Al principio siguió los cables, pero no lo llevaban a ningún lado, después anduvo un tramo sobre una carretera de terracería, pero ahí no había sombra, el suelo era polvoso y la respiración se hacía difícil. No sabía como había llegado ahí, pero al amanecer estaba tirado en la tierra. El frío lo despertó. No recordaba haber tomado nada, pero como no tenía memoria, lo más posible es que lo hubiera hecho. El hambre le urgía en el estómago, no fue hasta que su sombra se hizo larga nuevamente que arrancó hojas -de esas que las hormillas acarreaban para llevar a su hormiguero- y se las metió a la boca. Esperaría a la noche, quizá pudiera ver el resplandor de las luces de la ciudad.

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