martes, 14 de agosto de 2012

Kilotones

A sesenta y siete años de una de las acciones más imprudentes de la humanidad y sin afán de herir a los afectados.

Kilotones

Hay veces que me sé roto
-como un átomo de Uranio 235-,
totalmente destructivo por mi dolor;
que me siento un Little Boy
que usa sombrero de hongo
y sé que destruiré
todo lo que esté a mi alcance,
aunque no quiera.

Hay otras que me siento derrotado,
bombardeado por neutrones,
entonces siento que mi alma se divide,
que se fisiona,
que explota infinidad de veces,
que está descontrolada
y que arrasaré
lo que se encuentre ante mi caída,
que nada podrá sostenerme.

Soy devastador
a manera del final de una guerra.
Soy la paz porque no queda de otra,
porque ya no hay quien recuerde a los héroes
ni acto épico que no sepa a deshonra.
Mi nombre no es el de la rendición
pero igual daría que lo fuera:
ya he gastado toda mi energía
(más de doscientos megaelectrovoltios)
en explotar.

Soy aniquilador
y tengo conciencia de ello,
pero las más veces
me siento como hibakusha.
Reniego de mi fortuna,
de seguir aquí
y tener que soportarlo todo.
¡Qué angustia saber que no existe el futuro,
que viene en alas de una parvada de grullas
que no completaré antes de la muerte!

Hay veces que me siento derrotado,
que me sé roto,
pero no puedo hacer nada al respecto.

Carlos Aguilar Esparza

No hay comentarios:

Publicar un comentario