domingo, 23 de diciembre de 2012

Las noches solas - Celos / Solar la noche (parte 1)


Creí que mamá pegaría el grito en el cielo. Que gritara algo como "¿Cómo puede alguien de veintipocos años salir con un anciano de cuarenta y seis? ¡no es de Dios!", o "¡pero si es más grande que tu papá!". Pero no. Sólo dijo "Mucho cuidado". No sé por qué.

Nos conocimos en la plaza. Yo iba con mis amigas y él regresaba del trabajo. Lo vi y le sonreí, el sonrió y se pasó de largo. Lo vi detenerse para luego dirigirse a una banca. Se sentó donde pudiéramos vernos. Mis amigas ni se enteraron (habíamos salido para ver una exposición de Leonora Carrington y después muchachos). Les dije que me esperaran poquito, que iba a saludar a un amigo. Intercambiamos números telefónicos.

Comenzamos a vernos en plazas, jardines y cafés. Él me hablaba de su trabajo y de cuando vivía en la capital. Yo apenas hablaba. A veces le platicaba de las clases o de mi familia. En una ocasión nos encontramos con su sobrina. Me invitó a comer (supongo que fue a buscarlo para llevarlo a comer a su casa). Ahí estaba toda su familia. Entonces salíamos, pero eramos sólo amigos. Así me presentó.

Los hijos de su sobrina no nos dejaban platicar y su primo no dejaba de coquetearme, así que fuimos a su cuarto (accedí porque estaba toda la familia). Ahí me pidió que fuéramos novios. Le dije que no. Pero que seguiríamos saliendo. Y así lo hicimos.

Seguí yendo a comer a su casa. En una ocasión pasaban algo en la tele -no sé qué, no me gusta verla y sólo le ponía atención para ignorar al primo-, un programa en el que un niño decía que los novios eran los que se abrazaban y se daban besos. Él estaba sentado junto a mí, giré y le dije quedito que si eso eran los novios, él me dijo que sí, entonces fui yo quien se lo pidió. Me dijo que sí. Su familia no se  hubiera dado cuenta si no fuera porque ya no regañaba tanto a los enanos.

Poco tiempo después lo dejé. Me enteré que salía con alguien más. No me hubiera molestado que me lo dijera, pero no me lo dijo. Me enteré por otro medio. Habíamos tenido algunos problemas, discusiones porque según él yo no pasaba suficiente tiempo con él y porque según yo, él debería conocer a mi familia. En fin, estaba en su casa y entonces tocaron la puerta y él bajó a abrir. Yo me quedé en la escalera y vi como se saludaban de beso en los labios y se acariciaban. Le dijo que tenía visita. Cuando subió nos presentó, entonces todos eramos amigos. 

Dejé de buscarlo. No tenía celos, los he tenido en una ocasión, solamente una vez -como diría Agustín Lara-. A él no lo he vuelto a ver. Tampoco me buscó. Solamos nuestras noches. Dejamos de tajo la relación. Después de él salí con varios muchachos y señores, pero con ninguno he formalizado relación alguna.

Andrea Cienfuegos

No hay comentarios:

Publicar un comentario